martes, 8 de enero de 2013

La fábrica de cerveza. Sarajevska pivara

La fábrica de cerveza. Sarajevska pivara:
Fábrica de cerveza de Sarajevo
Fotografía: Luis Pérez Armiño

En cuestiones políticas es fundamental la victimización de lo propio y la culpabilización del otro. Desde el año 1992 y hasta 1995 Bosnia y Herzegovina se vio inmersa en una brutal guerra. Todavía hoy las partes implicadas insisten en legitimar sus posturas frente a la comunidad internacional y, por qué no, frente a la historia. El 5 de abril de 1992 una gran manifestación recorría las calles de Sarajevo exigiendo la salida pacífica a la grave crisis que estaba resultando en la desintegración de la antigua Yugoslavia. Durante la marcha, alguien abrió fuego sobre los manifestantes. Al día siguiente comenzaba el asedio de la ciudad por parte de las fuerzas serbias de Bosnia con un cruel resultado: el antiguo censo de 1991 que contabilizaba una población en la ciudad de medio millón de personas se redujo en 1996 y tras la firma de los acuerdos de Dayton a trescientos mil habitantes. En total, se estima que hubo doce mil víctimas, la mayor parte población civil.



Entrada a la fábrica Sarajevska Pivara
Fotografía: Luis Pérez Armiño
La táctica de terror para someter Sarajevoera básica: la aniquilación de la ciudad. Durante los años que se prolongó el sitio, las tropas serbo – bosnias controlaban el suministro del agua, de la electricidad, de los elementos más básicos para la supervivencia. Las negociaciones entre los bandos enfrentados, mediadas por la comunidad internacional, buscaban la supervivencia más primaria de los habitantes de la ciudad. Según Jonatan Rapaport, en una situación de emergencia se hace necesaria una cantidad de cinco litros de agua por persona para establecer unas condiciones mínimas de supervivencia. Y el agua se convirtió en uno de los recursos más preciados en Sarajevo durante el asedio.

Sorprende que una ciudad como Sarajevo, situada sobre un acuífero y a orillas del río Miljacka, durante el asedio sufriera la escasez de un elemento tan primordial. Gervasio Sánchez analizaba en su blog el uso del agua en los conflictos bélicos. Y los serbios supieron hacer del agua una carta más para poner sobre la mesa de negociaciones. El 12 de julio de 1993 los representantes de los bosnios – musulmanes y de los serbo – bosnios firmaron un acuerdo que abría el suministro de agua y electricidad a la ciudad (El País, 13 de julio de 1993). Ese mismo día, una granada provocó doce muertos en una cola frente a una fuente pública del barrio de Dobrinja. El agua se había convertido en un bien escaso y muy apreciado. Uno de los principales focos de aprovisionamiento se estableció en la antigua fábrica de cerveza del barrio latino.

Sarajevska Pivara
Fotografía: Luis Pérez Armiño
En 1864, las autoridades austriacas levantaron la fábrica de Sarajevska Pivara, una de las cervezas locales con más aceptación en el país. Ni en los peores momentos de la historia de la ciudad la producción de la fábrica ha cesado. El edificio destaca por la mole rojiza que se levanta muy cerca de la iglesia franciscana de la ciudad y que en la actualidad se ha convertido en uno de los atractivos turísticos de la ciudad. Sin embargo, durante el asedio de la ciudad la fábrica estaba destinada a jugar un importante papel estratégico.

Durante los más de mil días de sitio de Sarajevo la fábrica continuó la producción de cerveza. Pero sobre todo proporcionó agua a los sedientos habitantes de Sarajevo. Los mandos serbo – bosnios eran conscientes de la importancia de la fábrica y no dudaron en incluir el edificio entre sus objetivos. El periodista Hajdar Arifagićrelataba la extraordinaria historia de la fábrica, la decisión de sus trabajadores de continuar con la producción pese a las dificultades y las colas de gente que arriesgaban su vida para conseguir algo de agua. El 15 de enero de 1993, en uno de los callejones que rodean el edificio, los artilleros serbios dispararon una granada sobre la gente que esperaba su turno para llenar sus bidones. El fatal resultado: ocho muertos, incluyendo dos niños, y diecinueve heridos.

Rosa de Sarajevo en la fábrica de cerveza
Fotografía: Luis Pérez Armiño
El ingenio es fruto de la desesperación, aseguran muchos. La ciudad de Sarajevo fue obligada a vivir durante casi mil quinientos días bajo ese estado permanente de desesperación. Francesc Ralea describía para el diario El País (7 de febrero de 1993) cómo los bosnios, encerrados en su ciudad, se veían obligados a extremar su ingenio para obtener un rudimentario armamento para defenderse. Y dentro de ese absurdo surrealismo, dejando a un lado la amarga realidad del cruel conflicto bosnio, una fábrica de cerveza se convirtió en símbolo de resistencia y de supervivencia de una ciudad envuelta en fuego.

Luis Pérez Armiño