Srebrenica, 2010 Fotografía: Juniki San - Fuente |
Una mujer de edad indescifrable, con el pelo tapado por un pañuelo, abre sus brazos desesperadamente. Parece que quiere aferrarse a algo que le pueda llevar lejos de allí, de su particular pesadilla y la de tantos otros que en esos momentos se encuentran fuera de cámara. A su lado, un joven “casco azul” quiere desviar la mirada tratando de escapar de agonizante grito de auxilio de aquella mujer cuyo rostro, crispado y desfigurado, sólo presagia la desesperanza de lo irremediable. En principio la fotografía, de Ron Haviv, está documentada como una instantánea tomada en Srebrenica en un caluroso verano de 1995. Realmente, no sé si esa imagen se corresponde exactamente con lo ocurrido en aquella pequeña ciudad bosnia ese trágico verano. De hecho, podía ser un dato insignificante: una refugiada, una víctima más, un sujeto de indiferencia dejado a su suerte, más bien a su mala suerte. Es una historia excesivamente repetida. Y más en aquel pequeño país.
Memorial de Srebrenica - Potocari Fotografía: Maurits90 - Fuente |
¿Qué estaba haciendo el 11 de julio de 1995? Por el momento sólo he conseguido enredar aún más la madeja y enterarme que durante 1995 el diario El Mundo resolvía feroz ofensiva contra un moribundo Gobierno socialista que agonizaba a base de escándalos aireados con satisfacción por la prensa; también que las carreteras arrojaron un saldo estremecedor de víctimas por los accidentes de dos autobuses, uno de ellos en Francia, que engrosaban las cifras de muertos en las carreteras, ya abultadas de por sí en aquellos años.
Después de haber sido incapaz de leer alguna noticia que refrescase mi memoria, me detuve en algunas crónicas de ese día relativas a lo que estaba ocurriendo en Srebrenica recogidas por los corresponsales que cubrían la matanza desde Liubliana (ABC) y desde Viena (La Vanguardia). Según el ABC, que acompañaba la información con un animado gráfico donde se detallaba el material “confiscado” por los serbo – bosnios a las tropas de la ONU, la ofensiva serbia habría causado “estragos entre los civiles de la villa de Srebrenica”. Lo más impactante era el anuncio de las represalias aéreas por parte de la OTAN si se atacaba al contingente holandés de “cascos azulejos”.
Tumba en Srebrenica Fotografía: Adam Jones - Fuente |
Por su parte, el rotativo catalán, después de un detallado parte de guerra, insiste en la inoperancia de las fuerzas internacionales para tratar de detener la más que previsible masacre. En sus últimas notas hace un detallado recuento demográfico de una ciudad saturada por miles de refugiados, un enclave de cuatro mil habitantes ahora ocupados por veintiséis mil personas, hombres, mujeres y niños, que han llegado de toda la región huyendo del avance serbio. Es como si el corresponsal nos ofreciese ya las horrorosas cifras de la hecatombe que estaba por llegar, tratando de aportar una cruel estadística del potencial drama que la comunidad internacional ignoraba.
Ahora, con la perspectiva del tiempo, sé que ese día comenzó el genocidio de Srebrenica. Ahora, he leído y releído historias sobre lo que sucedió en aquella pequeña ciudad dejada de la mano de Dios, más bien de Alá. Sé que los “cascos azules holandeses”, a los que la comunidad internacional había confiado la defensa del “enclave seguro” decidieron brindar en bandeja la ciudad a un general serbio, Mladic, que paseaba triunfante su semblante entre las harapientas filas de refugiados, acobardados y vencidos física, espiritual y moralmente. He podido conocer que miles de personas fueron entregadas y vendidas a causa de la cobardía y el miedo de aquellos que debían protegerles.
Postales desde la tumba, Emir Suljagic Galaxia Gutenberg - Fuente |
Después de consultar información y leer y releer titulares… todavía no sé qué estaba haciendo ese día de julio de 1995. Después de cerrar Postales desde la tumba, después de leer cada una de las páginas con el asombro y la desesperación ante lo que ocurrió, mi 11 de julio de 1995 se perderá en el olvido, al igual que ocurrió con muchos de aquellos nombres y sus vidas enterrados en Srebrenica. No puedo contestar, y esa es mi gran culpa, a la pregunta que todos deberíamos ser capaces de responder y que con afilada intención nos lanza Emir Suljagic: ¿Dónde estaba el 11 de julio de 1995?
Luis Pérez Armiño
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