jueves, 15 de noviembre de 2012

Cascos azules. Luces y sombras de las misiones de paz de la ONU

Cascos azules. Luces y sombras de las misiones de paz de la ONU:
Cascos azules en Haití, 2012
Fotografía: US Navy - Fuente
Con más de sesenta años de historia a su espalda, las operaciones de mantenimiento de paz de las Naciones Unidas(ONU) se han convertido en un clásico dentro del marco de las relaciones internacionales contemporáneas. Nacidas al amparo de la Guerra Fría, la actuación de los llamados cascos azules se ha teñido de luces y sombras. Sería fácil enumerar los fracasos de la ONU; igual de sencillo que componer las alabanzas de sus logros. No sería justo tratar de englobar dentro de un mismo apartado los errores y los aciertos de una organización mastodóntica e hiper – burocratizada en la que confluyen los más altos valores morales que impregnaron la fundación de la ONU con los intereses particulares y partidistas más bajos y terrenales.



Fuerzas de paz en el Sinaí, 1974
Fotografía: UN/Y. Nagata - Fuente
Durante el año 2011, la ONUha reportado la muerte de 112 efectivos en servicio en alguna de las diecisiete operaciones de mantenimiento de paz actuales. Bajo la bandera de la ONU hay desplegados más de 120.000 efectivos entre personal militar, policial y civil. La primera misión, del año 1948, interpuso una fuerza de vigilancia de la paz entre Israel y los países árabes. Nacía uno de los conflictos más prolongados en nuestra historia actual con pocas miras de resolución ya en el siglo XXI. El objetivo de toda misión de paz es evidente: no ser necesaria. Un rápido vistazo a la prensa internacional puede aportar multitud de datos sobre el fracaso de tan loable fin. El fin de la Guerra Fría no sólo ha significado el incremento considerable de los conflictos regionales, tanto en cantidad como en crueldad. Otros muchos conflictos heredados todavía siguen latentes exigiendo la intervención de los cascos azules, como el caso Palestino o el de Cachemira.

Se puede prever, por tanto, que las operaciones de mantenimiento de paz de la ONU tienen un futuro asegurado.

Tropas noruegas en Sarajevo, 1995
Fotografía: Paalso - Fuente
En este contexto, luces imaginadas y sombras reales. Las operaciones de mantenimiento de paz han servido en muchas ocasiones para convertirse en la demostración más palpable de la ineptitud e inoperancia de la ONU. Casos especialmente dramáticos como el de Ruanda (1994) o el de Srebrenica(1992) ilustraron la impotencia de las misiones de paz en determinados contextos, especialmente en aquellos en que las partes enfrentadas deciden emplear métodos y estrategias no asumidas por la legislación internacional. Se inauguraba un contexto de ataque generalizado a este tipo de operaciones de la ONU. Las misiones de paz empezaron a ser consideradas, por determinados sectores, como el pretexto de intereses ocultos de grandes potencias y poderes políticos, militares y financieros bajo la bandera de la paz y la seguridad internacional. Prácticamente se acusaba a los cascos azules de constituir la necesaria fuerza militar para asegurar un orden neocolonial en los países que habían accedido a una independencia más nominal que real.

Cascos azules en la RD. Congo
Fotografía: Julian Harneis - Fuente
Las últimas acusaciones llegaban desde Haití en 2007, donde las fuerzas de los cascos azules llegaron a ser acusadas de propagar una epidemia de cólera y se imputaron a varios de sus miembros casos de violaciones y abusos sexuales en los que estaban implicados, incluso, menores.

Todos estos factores han decidido el necesario replanteamientode las operaciones de mantenimiento de paz de acuerdo al nuevo contexto internacional, ajustando su operatividad, estrategias y necesidades a las nuevas circunstancias globales. Humano, demasiado humano. Efectivamente, es difícil eliminar vicios y licencias perniciosas. Sin embargo, el obligado replanteamiento de su naturaleza, de sus objetivos, de su razón de ser y la adopción de nuevas estrategias pueden convertirse en el mejor homenaje a los casi tres mil muertos en operaciones de paz.

Luis Pérez Armiño

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