Vedran Smailović en la Biblioteca Nacional de Sarajevo, 1992 Fotografía: Mikhail Evstafiev - Fuente |
El Festival de Cine de Sarajevo se ha convertido en una de las apuestas culturales más decididas de la ciudad tras el final de la guerra bosnia de los años noventa del siglo XX. Este encuentro tiene sus raíces en el mismo conflicto, como una respuesta digna y decidida por la no – violencia contra la crueldad y el horror de un asedio que se cebó sobre la capital bosnia durante más de mil días y con más de once mil muertos a manos de los francotiradores y los bombardeos indiscriminados. El Festival fue uno más de los muchos actos culturales que mantenían viva la ciudad bajo la barbarie de la guerra: teatro, arte, música y otras muchas manifestaciones de una ciudad que había sido bandera de la tolerancia en Europa. El poeta bosnio Faruk Sehic afirmaba en un artículo escrito por Beatriz Portinari para el diario El País (18 de octubre de 2008) sobre la literatura bosnia posterior a la guerra que la primera víctima del conflicto fue “El mito del Sarajevo multiétnico”. Y en medio del caos, la destrucción y la muerte, la cultura jugó un papel fundamental.
Vedran Smailović Fotografía: Mikhail Evstafiev - Fuente |
Sólo habían pasado seis años desde la celebración de los juegos olímpicos de invierno cuando Sarajevo se convirtió en uno de los escenarios más atroces del convulso final del siglo XX. La antigua ciudad, cruce de culturas y símbolo del entendimiento, fue sometida a un brutal cerco que se prolongó hasta el año 1995. En todo ese contexto, una imagen se convirtió en icono de la resistencia de una ciudad abatida y diezmada. El violonchelista principal de la Orquesta Sinfónica de la ciudad, Vedran Smailović, rendía homenaje a las veintidós víctimas del bombardeo de la cola del pan del 27 de mayo de 1992. Tocó el Adagio de Albononi un día por cada una de las víctimas en la hora exacta en que el obús de mortero hizo explosión. Su historia, de valentía y de dignidad frente al horror de una guerra inhumana, pronto dio la vuelta al mundo y, de hecho, sirvió de base para una insulsa novela rechazada por su propio protagonista. Sólo una posterior entrevista, acompañada de algunas Guinness, entre el violonchelista y el autor, el canadiense Steve Galloway, puso punto final al malentendido.
Teatro Nacional de Sarajevo Fotografía: Stein80 - Fuente |
¿Cómo explicar que un hombre arriesgase su vida en un homenaje ya sin sentido? Cuando un periodista de la CNN preguntaba a Vedran Smailović por su salud mental, el músico respondía de forma genial. Era irónico que le preguntasen a él si tocar el Adagio en Sarajevo significaba estar loco cuando lo que debería hacer el corresponsal era preguntar a los hombres de las colinas responsables de la carnicería de su ciudad si no estaban completamente locos. El componente psicológico del asedio incluía en su programa la aniquilación moral y humana de los habitantes de Sarajevo, incluyendo la destrucción de todo aquello que implicase un mínimo recuerdo de un pasado de tolerancia y convivencia. Y todos han querido ver en el gesto de Smailović la respuesta más digna y humana, no violenta, que podía darse a la barbarie que se estaba desarrollando en la ciudad de Sarajevo.
El actual Festival de Cine de Sarajevo es uno de los más importantes de la región. Se ha convertido en un importante revulsivo cultural de la ciudad y de todo el país y es, al mismo tiempo, una eficaz herramienta que trata de fomentar la reconciliación en Bosnia i Herzegovina. Quedaron atrás en el tiempo, en el recuerdo de la ciudad sometida a la tortura pública del asedio televisado al resto del mundo, aquellas sesiones abarrotadas de un público que no dudaba en jugarse la vida para llegar a las proyecciones. Y durante los prolongados días de asedio, la cultura jugó el papel fundamental de devolver la dignidad a una ciudad y a todos sus habitantes.
Luis Pérez Armiño
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